sábado, 9 de octubre de 2010

de ustedes

...me es igual dónde comience;
pues volveré de nuevo allí con el tiempo
Proclo

Fui al salón y leí la tercera carta, en ella había escrito un poema de Octavio Paz, también había un listado de libros y discos. Además había una nota adjunta:

“Le temblaban el pulso y la letra mientras escribía las que serían sus últimas palabras. De vez en cuando paraba y pensaba en lo bonito que hubiese sido nacer en otra época, tener otros amigos y así tal vez con suerte haber tenido otra vida. No le temía a la muerte, sabía que era lo único para lo que había nacido; con cierta ironía solía decir que no sabía si mañana estaría vivo, jamás quise quitarle la razón, tampoco concedérsela del todo, es absurdo luchar contra la muerte, pero aún más luchar contra el curso de la vida. No se trata aquí del destino o la inmortalidad sino más bien de aquello que escapa a nuestra voluntad. Miguel escribía, pretendía acabar temprano la carta, no fuera que algún alma despiadada le intentase cambiar de opinión. No intentaba escribir ninguna grandeza, sólo tratar de robar una última sonrisa a su gente y repartir lo que creía que eran cosas valiosas, algunos libros, un par de discos, su póster de Ray Charles, sus viejas libretas llenas de acertijos, en fin, nada que pudiese vender y cuya ofrenda era del todo egoísta.

Cuando llegué a su casa encontré una nota que decía:
Marta, cuando leas esto ya habré muerto, porque es inevitable. No te preocupes por mí, allá donde esté jamás podrás encontrarme, me llevo un par de cosas conmigo: el walkman con tu disco de los rolling, Let it bleed, la vieja escopeta de caza de tu padre (no creo que le importe, si le veo le daré un abrazo de tu parte) y mi libreta. Querrás saber los motivos, sé que no los vas a leer ahora porque en este preciso instante estarás arrugando esta carta y dejándola en la mesita de la cocina donde distraída, mientras ibas leyendo, has ido a encenderte un cigarro con las cerillas que están junto al fuego, dentro de un rato, tal vez una hora querrás seguir leyendo así que no me preocupo, porque sé que me quieres, los motivos son difíciles, Marta, y jamás te atreviste a preguntar porque sabías que te mentiría. Lo cierto es que echo de menos vivir, siento verdadera nostalgia, hoy mi vida no tiene sentido ni horizonte, me dirás que busque y algo encontraré, pero esa jamás es la solución, jamás lo ha sido, no hay nada que buscar pues no hay nada más que encontrar. Lo cierto es que lo que tú llamas buscar en realidad es permanecer pasivo aceptando jugar a diversas ficciones, pero eso no es buscar, porque cuando uno busca sabe que algo encontrará, mi vida no será palpar la realidad hasta que encuentre algo que me reconforte, no. Te has portado muy bien conmigo, no tienes que sentirte culpable porque son mis carencias las que me llevan hasta aquí, sé que dentro de un año encontrarás a alguien a quien te folles ocasionalmente y que sin tú darte cuenta le acabarás amando como te pasó conmigo. Yo me voy, no tengo nada que me amarre a esta vida pues todo propósito ya lo he cumplido, sólo me quedan ambigüedades como probar algunas cosas, siempre quise beber un buen tequila mexicano y ver un partido de la champions en directo, pero esas son cosas que pertenecen a listas que uno rellena como si fuese la huevera de la nevera. Espero que tu memoria me trate sin rencor, posiblemente sea lo que más miedo me dé, irme con la sensación de que te estoy fallando. No sé quién más leerá esto, posiblemente Javi te dé un abrazo cuando lo sepa, y entiéndeme, sólo trato de redimirme: acabar con esta agonía que lleva escociendo varios años y sólo pequeñas alegrías cotidianas han logrado anestesiar. No te miento, sabrás que la vida que tenía me aíslaba, me dejaba solo, mi única posibilidad era lograr dar el salto al vacío, olvidarme de la existencia, de las preguntas y de la muerte, aunque sea paradójico. Necesito cruzar de una vez esta frontera en la que me encuentro, cruzar de una vez y pasar del suelo a la tierra (donde crece la vida sin fin, donde cada cosa es una misma y no hay motivo alguno. ¿no ves, Marta, esa sencillez que es tan hermosa?). Sabes que te he querido. Olvídame, aunque no lo vas a hacer con facilidad. Lo siento, siento dejarte en esta situación pero me fallan las fuerzas, estoy cansado de reinventarme, completar objetivos, cruzar horizontes, necesito pisar tierra firme, y que mi horizonte ni varíe ni sea accesible, que ni siquiera exista y así mi existencia, o lo que quede de ella, se agote en sí misma y pueda realizarse. Marta, mi amor, me voy. Mi cadáver se encuentra en el arroyo, junto al puente de madera que construimos cuando teníamos 14 años. Dile a Javi, David, Xisco y Ana que les quiero y que lo siento. Encontrarás en mi mesita de noche varias cartas más con mi testamento, mi despedida a mis padres y mi hermana, también hay tres más en el primer cajón del mueble del salón, una para Javi y otra para Ana, la última realmente no sé para quién la escribí.

Con cierto miedo agarró el arma y pensó, -este es el gran momento de mi vida, pues cuando haya muerto ni siquiera mi muerte será mía, será de ustedes-.”