
La amo, la sé amar irracionalmente, como es ella, como debiera ser. Como es esa pregunta que viene adivinándose en su rostro. Sí, la amo, tal vez en su callada voluntad de permanecer como extraña, en su modo tajante de insinuarme una frontera entre lo vivo y lo desconocido, siendo lo desconocido un arco poético y equilibrado desde donde la incertidumbre ceba a la muerte con inquisidores escuchantes. La amo porque es una extraña, porque no guarda aún ningún recodo, porque aún es como yo la elijo, porque no se ha pronunciado al respecto, porque no ha afirmado, ni desmentido, que ella también me ama.
ya dije que no solía ser cursi, pero bueno.
exámenes como modo de vida compartido
y ajenativo.